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Al son de: Enya, The Humming
Todo empezó por culpa del color rojo.
Bueno, quizás todo, no; un profesor en tercero de carrera tuvo algo que ver también. Pero lo cierto es que, al empezar mis estudios universitarios, el reino vegetal no me interesaba sobremanera.
Estaba yo por aquel entonces dedicando mis horas libres a escribir, como llevaba haciendo desde los seis años. En aquella novela recurría, una y otra vez, al color rojo. Y me faltaban imágenes poéticas, metáforas, comparaciones que satisficiesen mi sentido estético en esa tonalidad.
Rojo como el vino, como la sangre, como los rubíes… todas muy manidas.
Rojo como granadas maduras, como cerezas, como fresas… psé. Las frutas típicas las habían manoseado tantas plumas, que no me apetecía emplearlas yo también. Pero ahí se entreveía el esbozo de un filón por explorar: los vegetales prometían un trampolín metafórico prácticamente ilimitado. Y me zambullí con ganas:
Rojo como… pétalo de amapola, como baya de acebo, como arilo de tejo.
Busqué flores rojas en el Mediterráneo (hay pocas), con nombres poéticos (hay aún menos); así descubrí la cicérula, encantadora palabra* que designa al Lathyrus cicera.
*No es la única, como podéis ver consultando la web de anthos.es para esta especie…
A estas alturas tenía metáforas de sobra para mi color, pero una vez enfilado el camino del diccionario vegetófilo, ya no pude parar.
Confesaré que yo soy de las que leen el diccionario.
Hago listas de palabras que me gustan, que luego cuelgo delante de mi mesa con clips, esperando pacientemente a que las saque a pasear en alguna ocasión. Me encanta jugar con ellas, establecer paralelismos y comparaciones inesperadas, evocadoras, que sirvan como encendaja a la imaginación para que avive su propio fuego, recree su propia escena henchida de imágenes, olores, sabores, texturas.
Y, a veces, aprender un vocablo desconocido es la clave que me abre otra forma de leer o percibir la realidad. Aprender una palabra nueva, y acariciar el concepto al que va atada con hilito de seda, hace que vea las cosas distintas.
Ahora veo cicérulas donde antes no habría reparado en ellas; mi paso no se despista pisándolas sin querer. Anotar en mi memoria esa palabra no sólo me dio una mayor riqueza connotativa al pensar en el rojo, sino que empezó a enriquecer mis paseos.
Quizás sea por ese amor a las palabras que me interesan tanto los bautizos científicos, la forma de llamar al mundo. De hacerlo manifiesto.
Las palabras están en la primera línea de defensa de la experiencia futura, elaborando la presente, estableciendo puentes de conexión y acceso con el pasado.
Pues el vocabulario es parte de la experiencia, la colorea, influye en ella.
Huelga decir que el mundo natural es una fuente de inspiración poética constante. Y no me refiero únicamente a las personas que se dedican a escribir sobre naturaleza, sino que es un recurso metafórico abierto, para todos los públicos. Basta desempolvar la curiosidad que quizás se aparcó en un pasado lejano, y coger un diccionario (o un manual de botánica; o un catálogo de flora…).
Por eso, os invito a emplearlas. A quererlas. A mimarlas. A propagarlas cuanto podáis, a darlas a conocer a otros. Que se conviertan en virales para que nunca las podamos perder.
Si os apetece, comprometeos a emplear una a la semana, a llevarla en el zapato como una piedrecita de la que os acordáis cada dos pasos.
Las nueve que yo llevo en el calcetín estas semanas son las siguientes:
Palabras vegetófilas: Corimbo
CORIMBO: inflorescencia en la que las flores se sitúan más o menos al mismo nivel, aun naciendo a distintas alturas del pedúnculo.
Palabras vegetófilas: Ajenjo (gén. Artemisia, sobre todo A. absinthium)
AJENJO: uno de los nombres que se da a la Artemisia, que si no se especifica lo contrario entiendo como A. absinthium.
Palabras vegetófilas: seroja, borrajo
SEROJA: hojarasca seca que tapiza el suelo de los bosques caducifolios en otoño…
BORRAJO: seroja de pino.
Palabras vegetófilas: Cirolero
CIROLERO: Ciruelo, árbol que da ciruelas.
Palabras vegetófilas: enyerbar
ENYERBAR(SE): (dicho de un terreno) cubrirse de hierba.
Palabras vegetófilas: Amentos
AMENTO: inflorescencia colgante, espiciforme («en forma de espiga»), compuesta por muchas flores unisexuales masculinas.
Palabras vegetófilas: Sámara
SÁMARA: fruto seco, indehiscente (que no tiene ningún mecanismo de apertura automática incorporado) con una expansión membranosa en forma de ala.
Palabras vegetófilas: Arilo
ARILO: cobertura carnosa de algunas semillas; se desarrolla a partir del funículo (filamento que une la semilla al ovario), .
¿Y las tuyas, cuáles serán?
NOTA: Desde la publicación original de este artículo, he compartido una palabra vegetófila todas las semanas, cada viernes, en Facebook, con su reflexión correspondiente. Si te apasiona el tema, puedes echar un vistazo ;)
Recursos
El Diccionario de Naturaleza aceytuno.com es un recurso brillante que agrupa muchos vocablos relacionados, como su propio nombre indica, con el mundo natural. Seguro que encontráis montones de palabras cuyo significado desconocíais, y que son preciosas.
Por otro lado, el Herbario Virtual del Mediterráneo Occidental tiene (además de, como su propio nombre indica, una enorme cantidad de plantas listadas) un glosario en castellano, catalán en inglés, con fotografías que ilustran los conceptos.
Imaginando Vegetales 
Por favor, confírmame que el ajenjo es uno de los ingredientes de mi querida absenta.
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Yes ; ) confirmado. Mi metáfora/comparación vegetófila: «amargo como el ajenjo»
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Me gustó mucho la forma en la que escribes y las fotografías son increíbles, me gustaría saber si tienes Instagram.
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Hola Alejandra!! (y perdón por el retraso, que acabo de leerte jajaja)
Ohh, muchas gracias por el piropo, me alegro mucho de que te gusten las fotos que voy sacando (se nota que me gusta la fotografía, ni aunque sea en plan amateur, verdad? Jajajja)
¡Sí! Tengo cuenta en IG ;D Me encuentras como @ainaserice estaré feliz de verte por allá!
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