Podcasteando La senda de las plantas perdidas: orígenes y motivaciones

¿Por qué un podcast sobre etnobotánica?

[~ 4 minutos de lectura]

Al son de: Cristina Llabrés & Evaristo Pons, La senda de las plantas perdidas OST

Nació con la primavera astronómica boreal: un camino hecho de palabras contadas,

“un podcast etnobotánico que trata de nuestras historias de amor (y desamor) con un reino tan olvidado como esencial: el reino vegetal”.

Sí, se trata de mi nuevo proyecto, titulado La senda de las plantas perdidas. Un proyecto en formato audio, episódico, que empecé grabando con un móvil (convenientemente embutido en dos calcetines) arrebujada dentro de un armario.

"Estudio de grabación" (muy sofisticado)
Se graba con la ropa dentro y todo. Eso que asoma dentro del calcetín es el móvil.

Lo inauguré como un experimento, y una tabla salvavidas: en pleno proceso de redacción de mi última obra (El libro de las plantas olvidadas), me ayudó a romper con la monotonía de escribir-escribir-escribir —para el libro, para las redes, para el boletín vegetófilo, para encargos varios…

El libro de las plantas olvidadas saldrá publicado este otoño (2019) con la editorial Ariel; el proceso entero de redacción+edición+publicación habrá durado un año y un par de semanas justas. Como todos mis libros, es fruto de un trabajo de investigación lo más exhaustivo que puedo… pero los libros, ya se sabe, tienen un principio y un final. No pueden dar cabida a la exuberancia de anécdotas, historias y peripecias vegetófilas que uno descubre mientras investiga, por muy fascinantes que sean.

Y, como no quería “tirarlas”, decidí usarlas como materia prima para ese experimento que me rondaba la cabeza desde hacía años (porque yo misma los consumo vorazmente desde hace un lustro, o más): un podcast. Seguir leyendo

Lal Bagh, o El jardín en la ciudad de los jardines

o también Un remanso de paz en el infierno sobre ruedas

[~ 8 minutos de lectura]

Al son de: Nee Koppulona OST, Bala Krishna

Estaba todo planeado.

Aterrizaríamos más o menos destrozadas en el aeropuerto de Bengaluru (Bangalore, Karnataka: India) hacia las nueve de la mañana, hora local. Dejaríamos los trastos en el hotel, y desde allí nos desplazaríamos hasta el jardín botánico de Bangalore:

Lal Bagh, que significa “el Jardín Rojo”.

Mapa situando Bangalore
La flecha verde indica la ubicación de Bangalore (que no ha cambiado de sitio, ni Lal Bagh tampoco, aunque el mapa sea de principios del s. XX).

En un principio me había preparado para ir yo solita, sin arrastrar a nadie más a la tortura vegetófila que supone la visita a un jardín botánico conmigo; cuando una amiga me recomendó encarecidamente que ni se me ocurriese pasear sola por ninguna parte, por muy jardín botánico que fuese, preparé un plan de contingencia («¿no tendrán en el hotel a alguien que pueda muy amablemente acompañarme y seguirme de acá para allá en el jardín, mientras yo saco fotos y me encanto con las plantas? ¿Sí? Muy amables, fenomenal»).

Pero al final, y pese a mis advertencias, mis compañeras de aventura se apuntaron a la visita. Cinco personas apretujadas ilegalmente en un coche —aunque, visto el estado del tráfico en la India, creo que a nadie le importaría un pimiento— para un trayecto que se hizo francamente eterno.

Acompañamientos divinos en coche, India
Menos mal que tienen 33 millones de dioses, y supongo que velando todos por los conductores, porque de lo contrario no me explico cómo no hay más accidentes.

Una eternidad muy ruidosa, y plagada de socavones y badenes que parecían cadenas montañosas.

Treinta kilómetros convertidos en casi hora y media de un infierno hecho de calor y una maraña de rickshaws, motos, coches, camiones, autobuses… una cantidad apabullante de vehículos que se echaban los unos encima de los otros.

Cuando por fin enfilamos la puerta de Lal Bagh, creo que ninguna de nosotras estaba en plena posesión de sus facultades. Entramos en coche, y nos pidieron en la puerta mismo que pagásemos los billetes de entrada. Ni recuerdo cuánto fue. ¿10 rupias? Al cambio, 12 céntimos de euro. Un extra si queremos sacar fotos con las cámaras.

Parejas bajo los árboles de mango en Lal Bagh
Pagamos por mi cámara. Los móviles se emplearon de estranjis. En la foto, parejas a la sombra de enormes árboles de mango.

Nos derramamos fuera del vehículo con una sensación extraña. Guru, nuestro conductor y salvador con nivel de inglés T1 (Tarzán-1), nos esperaría en el coche. Aunque el plan inicial era movernos por Bangalore a pie después de visitar Lal Bagh, murió de infarto fulminante a los pocos minutos de ver cómo es el tráfico en la ciudad que llaman la Silicon Valley de la India.

Lal Bagh resultó ser… una experiencia curiosa. Seguir leyendo

[Hojeando libros] L’incredibile viaggio delle piante (El increíble viaje de las plantas)

(Mancuso. Laterza Editori, 2018)

Al son de: The Piano Guys, Themes from Pirates of the Caribbean

NOVEDAD: Este libro ha sido traducido al español y publicado por Galaxia Gutenberg como El increíble viaje de las plantas  (Marzo de 2019).

Empecé a leerlo en Nochebuena, un mes después de su publicación, y… tengo que confesar que lo abrí con cierto nerviosismo expectante. El listón estaba muy alto.

¿Lo disfrutaré tanto como Plant Revolution  (El futuro es vegetal)? ¿O será una víctima de las prisas editoriales, que quieren aprovechar la ola de popularidad del autor para lanzar al mercado un nuevo título, sin dar tiempo a que el texto madure? 

¿Sabrá a pan industrial (correcto, pero algo soso) o a una hogaza de fermentación lenta?

Al cabo de dos páginas, mis temores se habían disipado por completo.

Qué digo, al cabo de dos frases:

“¿Recordáis la obra maestra de Frank Capra Qué bello es vivir, con James Stewart en el inolvidable papel de George Bailey? Espero que la conozcáis todos, de verdad.”

(Sí: las plantas y la peli de Capra están relacionadas, pero para saber cómo, tendrás que esperar a leer el libro… ajem, si lo traducen. Bueno, a no ser que recibas mis boletines vegetófilos, en cuyo caso ya lo sabes :D)

Es un volumen fino, pero me tomé mi tiempo para saborearlo. Cerré la cubierta en Nochevieja, habiendo disfrutado cada instante del viaje que el título promete.

L'incredibile viaggio delle piante, de Stefano Mancuso

El increíble viaje de las plantas.

Y, efectivamente, el libro cumple las promesas: hay plantas, nos llevan de viaje, y algunas de sus historias son increíbles (casi literalmente increíbles, que si no fuese Stefano quien las cuenta y da fe de su veracidad…).

AVISO a navegantes: desde mi última reseña a un libro de Mancuso (esta será la cuarta después de Uomini che amano le piante, Biodiversi y Plant Revolution), me he vuelto aún menos imparcial si cabe. Si ya me gustaba cómo contaba las cosas antes de conocerlo… ahora mi percepción está inevitablemente coloreada por la simpatía y el gran aprecio que le tengo como persona.

Ea, estás avisad*.

Y una vez dicho esto, ya podemos empezar el viajeSeguir leyendo

Cuando las chumberas sangran

Historias y paradojas sobre invasiones biológicas

[~ 10 minutos de lectura]

Al son de: Bliss, Don’t Look Back

{Originalmente publicado en el número 21 (Febrero de 2018) de la revista PARADIGMA, editada por la Universidad de Málaga y dedicada a las Plantas y los Animales. Puedes acceder al PDF original desde aquí.}

Queensland, Australia. 1912

Se busca desesperadamente asesino para exterminio en masa.

Me dijeron que no podía escribirlo de forma tan explícita en el anuncio oficial, claro. El gobierno es un poco tiquismiquis para estas cosas, pero en realidad era lo que necesitábamos urgentemente, y todo por culpa del maldito rojo de las casacas militares. Nunca una casaca creó tantos problemas (salvo, quizás, la de Caperucita; pero los lobos no ven en rojo, así que…).

Todo había empezado en 1793, cuando los ingleses, en lugar de dedicarse a vigilar a sus vecinos que se divertían guillotinando nobles a diestro y siniestro en París, se pusieron a pensar en otras cuestiones y decidieron que Australia sería un lugar perfecto para cultivar la cochinilla del carmín y obtener tinte rojo para las benditas casacas de sus soldados. ¡Ja! Perfecto, y una porra… Cochinillas, no vieron ni una, pero los cactus esos, los nopales que les sirven de comida al bicho, esas sí que se apoderaron de nuestras tierras en un abrir y cerrar de ojos, y ya no hubo quien les parase los pies. O los cladodios, vamos.

Opuntia tomentosa
Opuntia tomentosa, una de las especies que se comportan como invasoras en Australia.

Lo hemos intentado todo, de verdad. Fermentarlas y producir alcohol, o convertirlas en jabón, o papel— no funciona. Hace una década que el gobierno prometió una recompensa de £5 000 para quien descubriese un mecanismo de control efectivo, y nada. Hace cinco años se duplicó la cifra, y aún nada.

Así que esta es nuestra última esperanza para exorcizar al demonio chumbo: the Prickly Pear Travelling Commission. Sus miembros nos embarcaremos en sendas misiones, rumbo a Latinoamérica en un intento de encontrar a ese asesino que tan desesperadamente necesitamos, que sea capaz de exterminar a las Opuntia. Seguir leyendo

Varitas mágicas, ritos y religión – 2 («Tienes madera de varita mágica…» III)

Notas de varitología comparada, Parte Cuarta: Hojas

[~ 17 minutos de lectura]

Al son de: Conjure One, Places that don’t exist

{Por si acabas de llegar, este artículo es la última parte de una serie sobre varitas mágicas/con poderes, y las plantas que las componenParte Primera: Raíces , sobre varitas mágicas en el mito; Interludio: Yemas, sobre varitas en la leyenda y la literatura; la Parte Segunda: Brotes, sobre varitas en la historia; y la Parte Tercera: Ramas, que inicia las varitas en el ritual y las religiones.}

Kit japonés de adivinación Hazlo-Tú-Mismo

Incluye: cajita con agujerito en un lado, cien palitos de bambú marcados, y libro de interpretación.

Instrucciones de uso:

1. Introduzca los palitos en la caja y ciérrela.

2. Agite la caja hasta producir la salida de un palito por el agujero lateral.

3. Compruebe el número marcado en el palito, y consulte la sección correspondiente en el libro.

A cada palito le corresponden dos páginas; en una de ellas leemos los siguientes versos chinos:

Sasaella masamuneana, bambú endémico de Japón. ¿Palitos de bambú?
Sasaella masamuneana, un bambú endémico de Japón. Ni idea de si lo usaban para hacer palitos de adivinación, pero bueno…

La pagoda, construida sobre las siete cosas preciosas,
Descansa en lo alto de la cima elevada;
Todos la contemplan con admiración,
Que no haya miradas negligentes.

Ea. ¿Te ha quedado claro tu futuro? ¿No?

Bueno, no te preocupes, que el autor del libro ya se ocupa de desentrañar los misterios del poema a continuación, y traducirlos a idioma de horóscopo (en resumen: que si eres buena gente, tendrás suerte)

Imagino que, con esta pista introductoria, ya has adivinado (je, je, je) de qué va a ir el siguiente apartado de esta entrega varitológica (la primera parte está aquí), donde seguiremos ocupándonos de varitas, ritual y religión… Seguir leyendo

Varitas mágicas, ritos y religión – 1 («Tienes madera de varita mágica… III)

Notas de varitología comparada, Parte Tercera: Ramas

[~ 11 minutos de lectura]

Al son de: Sleepthief, Mortal Longing

{Aquí puedes leer la Parte Primera: Raíces de esta serie, sobre varitas mágicas en el mito; el Interludio: Yemas, sobre varitas en la leyenda y la literatura; y la Parte Segunda: Brotes, sobre varitas en la historia.}

Espíritus blancos, espíritus negros.

Palo bueno, palo malo.

Las divisiones binarias nos gustan. Trazar un círculo en la arena, y ordenar todos los fenómenos del mundo según caigan dentro o fuera de la línea divisoria.

Por suerte o por desgracia, las cosas no funcionan así, y ya te habrás dado cuenta leyendo las previas entregas de estas notas de varitología comparada… las categorías no son absolutas, los bordes no son claros. Las diferencias entre mito y leyenda no son tajantes, los confines entre magia y religión tampoco, la obsesión por la salud crece en todas partes… y las cosas pueden complicarse más —¡sí, más!

Por si no nos bastaba con definiciones chuscas de lo que es una “varita mágica”, ahora tenemos que vérnoslas con otras preguntas mucho más serias y trascendentes:

¿Qué es religión? ¿Qué es ritual?

Ramita de endrino en una puerta
¿Qué es costumbre? ¿Qué es superstición? ¿Qué es creencia? ¿Qué es…?

Como estas notas no pretenden superar ningún examen de antropología, no me enredaré en tecnicismos: en estas últimas entregas trataremos con varitas/palitos/palos que participan en (1) ceremonias que aspiran a conectar o comunicar con la esfera de lo sobrenatural; (2) prácticas que pretenden adivinar el futuro/destino de alguien; y (3) actividades ritualizadas (su desarrollo obedece a un esquema preciso que se repite, con pocas o ninguna variación, para conseguir un objetivo concreto).

Además, hoy nos pasearemos por geografías distintas a las consideradas hasta ahora, muy eurocéntricas, porque los palitos como instrumento ritual son un fenómeno universal. Seguir leyendo

«Tienes madera de varita mágica…» (II) Varitas mágicas en la historia

Notas de varitología comparada, Parte Segunda: Brotes

[~ 18 minutos de lectura]

Al son de: The Moon and the Nightspirit, Tavaszhozó

{¿No has leído las entregas anteriores de la serie? Aquí tienes la Parte Primera: Raíces, sobre varitas mágicas en el mito; y el Interludio: Yemas, sobre varitas en la leyenda y la literatura}

Dios otorgó el poder no a la madera, sino al hombre.
— de un Manual para zahoríes alemán, 1668

Nos encontramos en el año 1693. Mientras al otro lado del Atlántico los juicios por brujería de Salem se saldan con más de veinte muertes, el sacerdote francés Pierre Lebrun publica en París una de sus obras de mayor éxito:

Cartas que descubren la ilusión de los filósofos sobre la varita, y que destruyen sus sistemas, más o menos.

(Ya. Dudo que el éxito le viniese por su título conciso y pegadizo…)

En el Prefacio, su autor menciona una práctica que se ha vuelto común entre las gentes, “y de la que cabe dudar, si se funda en una razón Física, o si tiene algo de milagroso, o si no es más que el efecto del engaño, o de la superstición”.

Se trata de una varita (baguette), “con la que uno encuentra agua, metales, los límites entre propiedades, & otras muchas cosas escondidas.”

Ilustración de varitas en el libro de Lebrun (1693)Por una parte, nos cuenta Lebrun, su funcionamiento es sencillísimo; nada de abracadabras ni ceremonias con tufillo a magia, lo que parece indicar que la varita obedece a leyes naturales… pero. Por otra parte, “esta varita no se mueve si no en manos de ciertas personas. Y se inclina hacia cosas muy distintas”, señalando cosas “que tienen más de moral, que de Físico” —desde límites entre campos hasta asesinos y ladrones. Entonces… ¿actúa la varita en respuesta a fuerzas sobrenaturales?

Ante la duda, “es importante poder juzgar con conocimiento de causa, y pronunciar un veredicto definitivo” sobre el tema.

Sobra decir que el pobre Pierre no consiguió escribir tal veredicto ni de lejos, pero su empeño nos sirve para adentrarnos en la tercera entrega de la serie varitológica que nos ocupa: varitas físicas reales, que en algún momento algún ser humano empleó atribuyéndole poderes especialesSeguir leyendo

Varitas legendarias & literarias | «Tienes madera de varita mágica…»

Notas de varitología comparada, Interludio: Yemas

[~ 19 minutos de lectura]

Al son de: Michael & Jeff Danna, A Celtic Romance

Cuenta la leyenda que, cuando la reina Étaín desapareció de la corte de Erinn (Irlanda), el rey encargó su búsqueda al druida Dallan. Tras muchos meses de fatiga, por fin el gran druida cortó cuatro varitas de tejo y en ellas labró una serie de caracteres mágicos; gracias a ello le fue revelado el paradero de la reina, oculta en el palacio del soberano de las hadas Midir.

Tejeda enramada (Taxus baccata)
Ramas de tejo (Taxus baccata), perfectas para ser cortadas e incisas si eres un druida en busca de una reina perdida…

Quizás recuerdes a Étaín como la mujer que fue convertida en charco (y después, en mosca) por una rival celosa blandiendo una varita de serbal. Ambas historias pertenecen al ciclo mitológico-legendario conocido como El Cortejo de Étaín, y nos introducen en las arenas movedizas que yacen entre el mito y la realidad.

Nos adentramos así en el territorio de las leyendas, de los cuentos, de las historias que cantamos o escribimos, comúnmente protagonizadas por mortales cuyas aventuras se desarrollan —o al menos empiezan— en un mundo que nos resulta familiar.

Una huérfana sometida a la tiranía de su madrastra; un caballero pendón que busca conquistas de usar y tirar; un faraón destronado; un duque exiliado en una isla lejana.

El papel de los dioses en estas historias, si es que lo tienen, suele ser secundario; sin embargo, abundan seres con poderes sobrenaturales que se mueven en la frontera entre lo creíble y lo increíble (una frontera muy ancha y muy borrosa, pues diferenciar entre mito y leyenda es complicado, así que espero me perdones las inexactitudes cometidas al respecto).

En algunas de estas historias también aparecen varitas, cuyos principales atributos concuerdan con los de sus mellizas, las varitas míticas: transformaciones, y/o ejercer algún tipo de control sobre los demás —ya sean personas, el resto del mundo natural, o las almas de los muertos.

No obstante, en el caso de estas varitas legendarias y literarias, más cercanas al mundo cotidiano que habitamos, cabe preguntarse: ¿hasta qué punto la leyenda refleja aspectos de la realidad? Seguir leyendo

«Tienes madera de varita mágica…» (I) Definiciones & varitas en el mito

Notas de varitología comparada, Parte Primera: Raíces

[~ 14 minutos de lectura]

Al son de: Achillea, The Nine Worlds

Madrid, 6 de junio 2018.

Se escuchan gritos que provienen del sótano de una librería, una sarta de palabras incomprensibles para el mundo no-mágico.

“¡Alohomora!”

“¡Lumos!”

“¡Wingardium leviosa!”

“¡Expelliarmus!”

“¡Avada kedavra!”

Intercambiar hechizos harry-potterianos con un crío de ocho años es toda una experiencia. Afortunadamente para mí, era un muggle —o, como mínimo, no tenía lo que hay que tener para que una maldición Avada kedavra le funcionase y dejase tieso a su enemigo (que al parecer, en este caso era yo): no tenía una varita mágica.

Si hay algo por lo que estoy muy agradecida a J. K. Rowling, es la cuidadosa atención que presta en el Potter-verso (= universo harry-potteriano) a la varitología, disciplina imaginaria que toma en consideración los pormenores de la elaboración de varitas mágicas… hechas, cómo no, a base de maderas varias.

En Cuéntame, Sésamo aparecen varitas (las que más llaman la atención, de hecho, las llevamos Jacobo y yo en nuestras respectivas fotos de la sección biográfica. La de Jacobo no sé, pero la mía con toda probabilidad era de Quercus ilex).

Sin embargo, ese libro no era el lugar más adecuado para meterme en cuestiones varitológicas, que son complejas de desbrozar y obligan a plantearse preguntas como: ¿de dónde salen las varitas mágicas? ¿En qué lugares, en qué tradiciones folklóricas y mitológicas nacen? ¿Cuándo aparecen? ¿De qué están hechas, y por qué?

Pero, primero y sobre todas las cosas, el mayor interrogante que toca abordar en cualquier pesquisa varitológica histórica es:

¿pero qué rayos es una varita mágica? Seguir leyendo

Primavera en el Real Jardín Botánico de Córdoba

Visita al Jardín Botánico de Córdona en abril de 2018

[~ 6 minutos de lectura]

Al son de: Loreena McKennitt, Spanish Guitars and Night Plazas

No se te ocurrirá visitar el jardín botánico en Córdoba, pero no ir a la mezquita…”

La de mi madre era una pregunta-amenaza retórica: sabía perfectamente que sí se me había ocurrido, porque es consciente de que mis prioridades no suelen coincidir con las del resto de turistas (la Torre de Pisa también sabe algo al respecto…).

Al final organizamos el viaje de forma que hubiese tiempo para todo, siguiendo un estricto orden de preferencia: primero, pasar una tarde con Jacobo Muñiz (genial ilustrador de Cuéntame, Sésamo) en un entorno y una compañía privilegiados (maravilloso Antonio de Culturhaza).

Aloysia gratissima
Pariente de la hierbaluisa que conocí paseando por el Arboretum del jardín, Aloysia gratissima.

Segundo, mañana en el Real Jardín Botánico de Córdoba. Tercero, visita a Mezquita-Catedral (bajo amenaza de que se me retirase la palabra materna), y agradable callejeo antes de reemprender el descenso más al Sur.

El jardín botánico de Córdoba había entrado en mi radar gracias a un artículo en Los Árboles Invisibles que hacía referencia a un curso de plantas tintóreas —un viejo sueño mío que aún no he logrado cumplir— celebrado allí. Por fin, el pasado abril (entre presentación y presentación de Cuéntame, Sésamo: unas cuantas en Madrid y aledaños, otra en Málaga) logramos visitarlo…

Impresiona un poco pensar que este jardín de 7,5 ha es más joven que yo. Se fundó en 1987 (merced a los esfuerzos del Instituto Municipal de Gestión Medioambiental, IMGEMA) cordobés, y en 2012 nada más se le concedió el título de Real. Seguir leyendo