Las plantas de la luz

Aceites vegetales para encender lámparas

[~ 14 minutos de lectura]

Al son de: Anoushka Shankar con Alev Lenz, Land of Gold

Acudí por las palabras, y por la luz.

Me recibió un árbol,

“(…) un árbol bendito, un olivo que no es de Oriente ni de Occidente, y cuyo aceite casi alumbra aun sin haber sido tocado por el fuego.”

Antes de que la vegetofilia se convirtiese en mi profesión de facto, cuando aún seguía clases de botánica farmacéutica y prácticas de lectura para aprender a pronunciar bien zumo de naranja en árabe, me encontré con el árbol de la luz en una galería de arte.

El artista había escogido el famoso verso coránico de la luz, āyat an-nūr, y había creado una evocadora serie de obras en dorados y blancos, combinando caligrafía, geometría y color. Era la primera vez que me encontraba con el āyat an-nūr, y me maravilló reconocer a su protagonista vegetal: el olivo (Olea europaea).

Olivos (con extracto del Verso de la Luz coránico)
Primeros versos del āyat an-nūr con su protagonista vegetal : )

Ocho años más tarde, un infinito en vertical, vuelvo a tropezarme con él en el nicho donde lo dejé —bueno, o casi: entre las páginas de las Mil & una Noches, en mi cuento preferido.

Pues este año cumplo un pequeño sueño: escribir un libro infantil sobre cuentos de hadas vegetófilos, que saldrá publicado el año que viene con la editorial A Fin de Cuentos. Y ¡no iba a dejar fuera a mi querido Alí Babá y los Cuarenta Ladrones!

(Aunque en realidad debería llamarse Morgiana y los Cuarenta Ladrones: sin ella, los hombres del cuento estarían totaaaalmente perdidos —o más bien muertos, y no habría cuento.) Seguir leyendo