Los (discretos) reyes del invierno
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Al son de: Bonnie Pink, It’s gonna rain!
Los descubrí por casualidad, casi por necesidad.
Era diciembre, y los parterres del real paraíso que enraíza en Madrid no se prodigaban en flores. Algún Iris asomando entre la hojarasca, un puñado de rosas valientes, y pare usted de contar.
Aquel diciembre era el reino de las hojas.
Anda que te anda entre los arriates, cámara en mano y en busca de sujetos para fotografiar, llegué a la sección de los bambúes.

Estas enormes hierbas* nunca me habían llamado mucho la atención; sí, bonitas y tal, pero me parecían todas iguales (o casi). Vista una, vistas todas.
*pues son de la misma familia que los cereales y la cizaña, las gramíneas (Poaceae); constituyen una subfamília, Bambusoideae, que incluye tanto a los bambúes herbáceos (tribu Olyreae) como a los leñosos (tribu Bambuseae).
Sin embargo, estaba yo escribiendo La Invención del Reino Vegetal, y había leído un libro sobre las plantas en el arte, que me había fascinado. Tenía un capítulo enteramente dedicado a la pintura en tinta, en China y Japón… y el bambú era el protagonista absoluto.

Por eso, aquel diciembre me acerqué a los bambúes con curiosidad artística, pensando en los incontables eruditos chinos que habían convertido a estas plantas en el súmmum del arte vegetófilo en tinta (pues en el lejano Oriente, la literatura y la pintura están íntimamente relacionados). Y me di cuenta de algo muy evidente, pero que a menudo olvidamos por culpa de categorías lingüísticas tan amplias como pueda ser “bambú”: Seguir leyendo