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Al son de: Familia Savall, Nastaran (Anónimo, Afganistán)
{Artículo aparecido por primera vez en la Revista ENKI, edición Invierno2016}
Érase una vez un garbanzo pacifista.
Provenía de una larga estirpe de recio abolengo; sus raíces se remontaban a más de ocho-mil años atrás, cuando sus antepasados sedujeron por primera vez a la humanidad entre el Tigris y el Éufrates. Desde aquel legendario garbanzo que selló el pacto entre personas y Cicer arietinum, sus descendientes siempre habían ido de la mano de los agricultores del Mediterráneo y Oriente Medio.
Subidos al carro agrícola de la humanidad, se pasearon de acá para allá durante milenios; pero eran tan discretos, tan poco amigos de los aspavientos, que lo hicieron siempre como plácidos segundones en la periferia de nuestra atención, sin demasiadas pretensiones.
Hacía siglos que escuchaban, desde la despensa, las conversaciones de familias reunidas para celebrar las fiestas navideñas. Este año, el deseo estaba en los labios y los corazones de toda la gente de buena voluntad: paz en la Tierra.
Paz para esta Tierra convulsa y fracturada. Paz para la región donde garbanzos y humanidad empezaron a caminar juntos. Seguir leyendo