[Hojeando libros] Árboles y Espiritualidad 

(Gordi Serrat. CPL, 2016)

Al son de: Moya Brennan, Change My World

Es un libro pequeñito, fino; de esos que podrían formar parte de la serie “Very Short Introductions” de la Oxford University Press. De hecho, podríamos re-bautizarlo así:

Árboles y Espiritualidad: A Very Short Introduction.

Pero no seas como yo, no te dejes engañar por su tamaño—pues confieso que tengo debilidad por los libros gorditos, con papel-chicha entre cubiertas… Pero tras haberlo leído, vuelvo a abrirlo y me tropiezo con detalles que habían escapado a mi atención.

Llegó por correo cuando los ciruelos aún estaban en flor, gracias a su autor, que conoce mi debilidad por los libros vegetófilos. Y, respetando el ritmo de los ciroleros, la reseña literaria llega con los frutos maduros del árbol (bueno, un poco más tarde, la verdad. Pero casi)
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[Hojeando libros] Els Arbres Mediterranis

(Gordi Serrat. Documenta Universitaria 2011)

Al son de: Jo Blankenburg, Planet Earth Forever

Yo crecí en una familia en la que se comía verdura todos los días, y en la que los libros no se consideraban regalos. No eran placeres superfluos, como pudiese ser un juguete o una ración de patatas fritas, sino algo así como el análogo intelectual de las alubias verdes o la ensalada: una base imprescindible para construir un pensamiento sano, abierto y curioso.

Siempre era un buen momento para comprar un libro; nunca había límites a la cantidad de tomos que me dejaban sacar de la biblioteca municipal, por muy raros* que fuesen.

*Sí, los ha habido raritos. Aún recuerdo las semanas en que leí un libro de antropología sobre la sangre. Las bibliotecarias, que ya me conocían, ni se inmutaron; pero me miraban más raaaro en el autobús…

Quizás por esa historia de amor empezada tan precozmente, hay poco que me ilusione más que recibir un libro. Y si trata de valores culturales alrededor de los vegetales, ya ni os cuento… Por eso recibí con gran placer el tomo de Josep Gordi i Serrat, profesor de geografía en la Universidad de Gerona, Els arbres mediterranis: un recorregut pels seus valors culturals i espirituals (“Los árboles mediterráneos: un recorrido por sus valores culturales y espirituales”).

Y tengo pendiente hablaros de él desde hace un año (por eso, que nadie se extrañe si tardo un pelín en contestar emails… ahem. Prometo que será menos de un año).

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[Hojeando libros] Animal, Vegetable, Mineral?

(Gibson, Oxford University Press 2015)

Al son de: Ed Sheeran, I See Fire (Kygo remix)

 

Enero es el mes de los buenos propósitos; entre ellos, a menudo está el de organizarse mejor —ya sea la vida, las ideas, o los armarios—.

Mientras escribía La Invención, uno de los capítulos que más disfruté investigando fue el dedicado a nuestros afanes nomenclaturales y taxonómicos (por si alguien quiere irse derechit* a consultarlo, es el núm. 33). En él, escribía:

El orden es una necesidad humana (¿casi?) fundamental. Al llamar al universo cosmos, estamos ya reconociendo que la realidad, o revela una estructura ordenada, o se la imponemos nosotros.

Como ya hemos visto, no se trata en absoluto de algo circunscrito al ámbito científico; el orden funciona como estrategia en todas las actividades humanas por un simple motivo: procesamos la información de forma más eficaz cuando está estructurada, ordenada de algún modo.

El orden nos da seguridad, serenidad mental. Cuando los psicólogos dicen que el niño necesita una estructura familiar estable, límites que regulen lo que está permitido y lo que no, nos hablan de poner orden en el mundo infantil.

Curiosamente, y por paradójico que pueda parecer, vivir aferrados a las certezas ordenadas es un obstáculo para evolucionar. El crecimiento, el aprendizaje, las revoluciones… se dan en la zona inestable de arenas movedizas. Allá donde nos movemos entre líneas dibujadas con trazo seguro, en los espacios en blanco henchidos de posibilidad.

Vivir en la pregunta, más que instalarse en la respuesta.

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[Hojeando libros] Il riposo della polpetta e altre storie intorno al cibo

(Montanari, Editori Laterza 2009)

[~ 7 minutos de lectura]

Al son de: Jimmy Fontana, Il Mondo

En los últimos tiempos, estoy leyendo muchos textos sobre gastronomía, historia gastronómica, y demás cuestiones alrededor del pan nuestro de cada día.

Quizás sea porque se ha convertido en un tema de moda, y en consecuencia logro encontrar mucho más material, a precios asequibles —sobre todo en Italia—. De entre todos los autores italianos que hablan de historia gastronómica, un nombre destaca en el panorama internacional*: Massimo Montanari.

*De hecho, incluso tiene títulos traducidos al castellano (aunque a precios que casi duplican los italianos; es a la vez un misterio para mí, así como un drama).

Sin embargo, no había encontrado el tiempo para leerme tranquilamente una de sus obras hasta hace unas semanas, cuando por fin la situación cambió, por culpa de una croqueta.

Bueno, no. Para ser más exactos, una albóndiga.

Deja que te lo explique…

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Hojeando libros: Biodiversi

(Mancuso & Petrini, Giunti 2015)

[~ 14 minutos de lectura]

Al son de: Giusi Ferreri, Il cielo è sempre più blu

Paseando por librerías en Italia, hay algo que llama inmediatamente la atención: el mundo editorial está volcado en el lema de la EXPO Milano 2015: Feeding the planet, Energy for Life. Alimentar al planeta, Energía para la Vida.

Gran eslogan; grandes desafíos.

Como setas en otoños húmedos, los libros sobre cómo alimentar al planeta de forma sostenible, cultura gastronómica, y similares van invadiendo los estantes, escalando posiciones hasta ocupar los puntos estratégicos que reclaman la atención de lectores despistados.

Pues bien. Entre esta agradable marea escrita, llamó poderosamente mi atención un libro cuya portada presumía de dos autores de lujo, y que despertaron de forma automática mi instinto compulsivo Comprar YA.

El primero es Stefano Mancuso, cuya labor despierta tanto mi interés como mi admiración, como ya he comentado en otras ocasiones. El segundo es Carlo Petrini, archiconocido fundador de la organización Slow Food —¡que pocas presentaciones necesita! Petrini es un tío que me cae bien, cuya forma de entender la cultura del buen comer, como un acto social, ecológico y político, comparto plenamente. Y agradezco que esté muy presente en los medios de comunicación italianos, animando un debate constante, insistente, y muy necesario alrededor de estos argumentos.

Cuando dos notables en sus respectivos campos de actividad se sientan a charlar sobre las cuestiones al borde de la intersección entre gusto y vegetales, nace un libro breve pero estimulante, con un título que es a la vez desafío, y propuesta: Biodiversi. Biodiversos.

¿Os lo cuento?

Vamos a ello…
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Hojeando libros: Uomini che amano le piante

(Mancuso. Giunti, 2014)

Al son de: Francesca Michelin, L’amore esiste

Stefano Mancuso es uno de los hombres del momento en el campo de las ciencias vegetales.

Hace ya años que lo vi en la tele, en Superquark, hablando de los experimentos que realizaban en su laboratorio, y me parecieron apasionantes. Por eso me alegré mucho al ver que el mundo castellanohablante empezaba a hacerse eco de sus descubrimientos: invitaciones al TEDxGranViaSalon en 2015, constantes referencias entre todos los interesados en plantas&botánica a su libro (traducido como “Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal”)…

En aquel primer volumen, escrito junto con la divulgadora Alessandra Viola, nos habla de los últimos hallazgos en el puntero campo de la neurobiología vegetal. Pero no es el último texto salido de su pluma (o teclado, supongo): hace poco ha sacado otro en italiano, cuyo título me llamó enseguida la atención: Uomini che amano le piante. Hombres que aman a las plantas.

Tenía una pintaza. Como es lógico, no pude resistirme. Vi, compré, leí.

He aquí el resultado. Seguir leyendo

Etnobotánica navideña: un libro, una crítica

[~ 9 minutos de lectura]

Al son de: Loreena McKennitt, The Holly and the Ivy

Para Reyes (atrasados), ¡una crítica etnobotánica de regalo!

(no era lo que tenía pensado al principio; tenía intención de escribir algo sobre el componente vegetal en los villancicos… pero como terminé aburriéndome incluso yo mientras lo escribía, aborté el intento. He tenido que rescatar esta crítica que escribí a mediados de diciembre, y que ahora comparto con vosotros)

La preparación navideña del año ha sido ponerme a leer un libro sobre etnobotánica de Navidad: Rätsch, C. y Müller-Ebeling, C. (trans. Lueders, K. y Lorenzo, R.) 2006. Pagan Christmas: the plants, spirits, and rituals at the origins of yuletide. 1ª ed, Inner Traditions International: Rochester, Vermont.

Del título ya podía yo esperarme algo de lo que iba a encontrar entre cubiertas, pero lo cierto es que no lo sospeché; supongo que me hacía ilusión haber encontrado un libro con el tema exacto que me interesaba tocar: plantas y Navidad. Sin embargo, no ha sido una experiencia de lectura tranquila, ni exactamente agradable.

Después he caído en la cuenta de porqué, al reparar en el nombre de uno de sus autores: Christian Rätsch. Es un etnobotánico* de los que apodo cariñosamente “los chamanófilos”, centrado en estudios de botánica enteogénica—es decir, centrada en los enteógenos: plantas (y hongos) que “despiertan al dios que llevamos dentro”, también llamadas alucinógenos, psicotrópicos, y demás.

*etnobotánico/a: dícese de la persona que se dedica a estudios de etnobotánica, rama que se dedica a investigar los usos, entendidos en sentido amplio, que la humanidad ha dado a las plantas.

(¿Ejemplos de enteógenos? El Cannabis (marihuana, hachís), la ayahuasca, el peyote, o la iboga, por mencionar unos cuantos de los más conocidos.)

Dentro de este grupo de etnobotánicos, he encontrado algunos que me parecen muy buenos y rigurosos en su aproximación a la cuestión; suelen moderarse en sus afirmaciones, presentan sus hipótesis sin disfrazarlas de verdad, y proponen ideas interesantísimas para la reflexión.

Otros (los “chamanófilos” en sentido estricto según el diccionario de Aina), en cambio, ven enteógenos y chamanes por todas partes. La sombra del chamán* es tan alargada en sus mentes, que me da la sensación de que no ven otra cosa, parecen haber perdido la capacidad por fijarse en otros aspectos de la realidad. A veces, algunos me dan la impresión de ser más fumetas que investigadores, la verdad, como si se hubiesen metido a buscar explicaciones científicas a sus inclinaciones religioso-espirituales.

(admito que puedo estar equivocada eh, esto es sólo mi impresión personal). Seguir leyendo