Salvavidas (o salvacomidas) en honor de mi madre
Al son de: Betty Who, Heartbreak Dream (MS MR Remix).
Comprar un bote de pesto es siempre una decisión muy debatida en familia.
“Me gusta, pero es un sabor que me cansa”, es el obstáculo aparentemente insalvable al que se enfrenta el inocente tarro de salsa intentando seducir a mi madre. (Y prueba de ello son los botes que quedaron olvidados en el fondo del frigorífico, y cuyos contenidos cobraron vida multicolor y enmohecida esperando que alguien los emplease. Vana esperanza…)
Junio ha sido un mes un poco agotador; he tenido poco tiempo de dedicarme al blog, en una carrera contra el tiempo para conseguir terminar el texto del libro listo para ser publicado. Pero me sé de un bote huérfano que aguarda su triste destino de moho y basura en el frigorífico de mis padres, y me ha parecido necesario y oportuno aprovechar la ocasión para proponer tres recetas que lo salven de terminar en el rincón del compost.
Madre, ojo al parche, que van por tí. Son todas fáciles (aunque las dos primeras son, además, bastante/muy rápidas).
