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Al son de: Cécile Corbel, Valse des Ondines
En los Pirineos navarros la luz es húmeda, y se clavan cardos en las puertas de entrada.
Cierto, no me he paseado por todos los caserones de la región, pero doy fe de que, al menos en algunos, se puede ver expuesta en la puerta la inflorescencia seca de un cardo. Cuando años atrás pregunté por su nombre, me dijeron que era un eguzkilore, pero no supieron darme más información sobre por qué y para qué estaba ahí exactamente.
Paso lógico siguiente: consultar por internet.
Eguzkilore (Carlina acaulis): la flor del sol contra brujas, aojamientos y tormentas
Así encontré su nombre científico, Carlina acaulis, y una imponente lista de nombres populares, entre los que eguzkilore es sólo uno más al lado de ‘flor del sol’, ‘carlina’, ‘cardo dorado’, etc. Y localicé también por qué, según el folklore popular, se coloca en la puerta de las casas en el norte de la península: para ahuyentar a los malos espíritus, barrar el paso a las brujas despistadas que quisiesen colarse en casa, espantar a las enfermedades, las tormentas, los rayos (y ya que estamos, yo le pediría que ahuyentara a las cucarachas, pero no creo que sirviese de mucho).
En fin, “las mismas funciones místicas atribuidas al sol”, que para algo es la flor del sol.
(Ahora me quedaría pendiente volver al caserón y preguntarles si les cuadra como explicación popular al porqué de su cardo portero).
Una vez saciada mi curiosidad, archivé la anécdota tan tranquilamente y no volví a pensar en eguzkilores hasta que un buen día me tropecé con la flor del sol en el más insospechado de los lugares: un artículo sobre el alma de las plantas. Seguir leyendo