Relojes aromáticos en el Lejano Oriente
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Al son de: Himekami 姬神, 千年の祈り
{This article first appeared on The Planthunter #40 and may be read in English here ||| Este artículo apareció publicado en inglés por primera vez en el núm. #40 EPHEMERAL de la revista The Planthunter, y puede leerse aquí}
Hace unas veinte primaveras que se publicó una novela titulada Memorias de una geisha.
Por aquel entonces yo era una adolescente con una enorme curiosidad hacia la cultura japonesa, así que huelga decir que devoré la novela tan pronto como me hice con un ejemplar.
Conservo buenos recuerdos de su lectura, si bien un poco, ajem, vagos (veinte años son muchos años, y no me acuerdo bien de la trama —ay, ni siquiera del nombre de la protagonista). Sin embargo, un diminuto detalle se me quedó grabado en la memoria: bastones de incienso para medir el tiempo.
“Antiguamente (…) cada vez que una geisha llegaba a una fiesta para divertir al anfitrión y sus invitados, la dueña de la casa de té encendía un palito de incienso de una hora de duración —que se llama ohana o “flor”—. Los honorarios de las geishas estaban basados en cuántos palitos de incienso se habían quemado para cuando se marchaban.”
Me pareció sublime, una forma deliciosamente poética de medir el tiempo que pasa.
Años más tarde descubrí que la novela se había equivocado en una cosa: los bastoncillos de incienso que se empleaban en las okiya (casas de geisha) ardían durante media hora. Se colocaban en un dispositivo especial, a menudo hecho en madera de sugi, con dos filas de agujeros en su parte superior para sostener los bastoncillos, y con un cajón donde se guardaba el incienso.