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Al son de: The Chainsmokers & Coldplay, Something just like this

Tras una larga pausa, he vuelto a escribir una novela.

Casi siete años han pasado desde que dejé la última sin terminar, y debo confesar que lo había echado de menos. El último lustro y medio ha estado lleno de otros proyectos, también literarios, pero más “serios”, que siguieron al nacimiento de La Invención del Reino Vegetal.

Este mes se cumplen dos añitos de aquel momento, que fue un hito para mí. Me introdujo en un mundo hasta entonces desconocido, y la experiencia me dio más perspectiva, tanto en el campo profesional/vocacional, como en el personal (aquí reflexioné sobre algunas lecciones aprendidas, hace un año).

Este tocho era la Invención durante el largo proceso de revisión y referenciado bibliográfico. Ay, qué tiempos…

A día de hoy, puedo decir que he completado 8 obras escritas: tres novelas, tres relatos (más o menos) cortos, y dos ensayos.

Empecé hace muuucho tiempo, primero con la narrativa; algunas de las historias se colgaron en internet de forma libre, otras fueron regalos escritos para personas concretas.

Luego, casi por accidente, terminé en el mundo del ensayo. Uno se publicó en castellano de forma tradicional (La Invención del Reino Vegetal, Ariel 2015); el otro lo auto-publiqué en inglés como libro digital en amazon.com (Of Perfumes & Gods: Tales of Olibanum, 2016).

Con este equipaje en la mochila, hoy reflexiono sobre el proceso de escribir libros.

Se dice que cada maestrillo tiene su librillo, y nunca lo he puesto en duda. Pero de lo que me doy cuenta es de que las respuestas a preguntas como “¿Cuánto se tarda en escribir un libro?”, o “¿Cómo se escribe un libro?” no dependen únicamente de la persona que blande la pluma…

Q: ¿Cuánto se tarda en escribir un libro*?

A: depende del libro, & depende de la persona que lo escribe.

*o un artículo.

El último gran ensayo (y digo “gran” en el sentido de grande, que tiene muchas páginas) que salió de mi cantera mental fue La Invención del Reino Vegetal (Ariel, 2015). Escribirlo fue una labor de casi cinco años, con varios cientos de fuentes consultadas. En la edición actual el texto ocupa 400 páginas, pero cuando escribo ya no cuento páginas (que pueden aumentar o disminuir según el tamaño o el tipo de letra), sino palabras. Suben a una cifra alrededor de las 120.000.

La novela que estoy editando ha sido un trabajo relámpago en comparación: un mesecillo para concretar ideas, trama y personajes; dos meses para redactar el manuscrito; dos meses para la primera ronda de ediciones. Palabras totales: 100.000.

(El libro que autopubliqué sobre el olíbano me mantuvo ocupada más o menos la misma cantidad de tiempo, y el resultado fue una quinta parte del volumen.)

Del mismo modo, hay artículos que se escriben solos en cuestión de una tarde, incluso de una hora. El Elogio al Jardín Botánico fue de estos, por ejemplo.

Sin embargo, la gran mayoría de artículos no son coser y cantar, no puedo sacármelos de la chistera prácticamente formados. Son artículos de investigación, y suponen un trabajo cebollar en el que voy por capas…

Proceso cebollar para escribir un artículo by Aina

+ Capa 1, Investigación. Puede dividirse en otras dos sub-capas bien diferenciadas:

a) Búsqueda y recopilación de artículos y textos relevantes en bibliotecas, bases de datos, buscadores varios.

b) Lectura del material recopilado (con toma de apuntes, si es necesario).

+ Capa 2, Definición de la idea principal, el tema de la pieza. ¿Qué quiero decir? ¿Cuál es el objetivo, la tesis del artículo? ¿Cómo voy a decirlo?

Momento de crisis en plena elaboración del capítulo 3 de La Invención del Reino Vegetal (el maravilloso mundo de las fibras vegetales)

+ Capa 3, Borrador inicial. A mano, con muchos tachones, flechas, puntos exclamativos, expletivas, y cosas así. Suele involucrar crisis, que suponen un regreso a la Capa 2 (proceso iterativo).

+ Capa 4, Borrador limpio. Escritura a limpio del Borrador inicial en el ordenador, incorporando cambios directamente en la redacción.

+ Capa 5, Borrador revisado (boli rojo sobre el Borrador limpio impreso). Tachones, revisiones, flechas, reorganización de ideas si es necesario. Puede involucrar varias rondas de revisión, tanto mías como de mi editora general (aka mi mother).

+ Capa 6, Versión final del texto.

+ Capa 7, Elaboración de la bibliografía, con sus enlaces pertinentes en caso de haberlos.

Si se trata de un artículo para el blog, hay otras dos capas extra:

++ Capa 8, Búsqueda de imágenes que completen el artículo. A menudo ello conlleva trabajo fotográfico, con sus corolarios correspondientes (reducir, pulir, firmar).

++ Capa 9, Paso al blog, y añadir formato (html básico).

En la redacción de un solo artículo hay una cantidad de horas que oscila entre las 4 (p. ej. éste) y las 20 (como éste de aquí).

Los ensayos realizados con el rigor científico que intento aplicar llevan tiempo.

Tardé años para escribir La Invención porque leí muchísimo, cogí montones de apuntes (muchos, a mano). Lo referencié todo, todo, y todo. Cada bloque, cada capítulo y cada sección requerían una pausa, un “Vale, ¿Y ahora cómo vas a contar lo siguiente?”. Hay montones de decisiones estilísticas y bibliográficas. Es… trabajoso.

Mi biblioteca portátil, imprescindible si tienes que viajar mucho/mudarte a menudo (y escribir durante el proceso). No lo ves, pero en las páginas fotografiadas están los resúmenes-apuntes de un libro sobre el nacimiento del Neolítico, otro sobre ikebana, otro sobre jardines japoneses y otro sobre la relación entre la arquitectura y el jardín en China, Japón y Corea.

La redacción de una novela, en cambio, es muy distinta. El nivel de investigación es menor (al menos en mi caso, porque escribo fantasía y eso simplifica enormemente las cosas; si fuese novela histórica creo que no la terminaría nunca, yendo constantemente a investigar más y más y más…). La historia debe sostenerse por sí misma, no emerge de una investigación previa: pese a poder establecer íntimas conexiones con los datos investigados, no depende de ellos.

Y, sin embargo, la belleza de una narración bien contada es que, aun sin tener la profundidad de investigación de un ensayo, puede suscitar mayor intriga y entusiasmo.

En los ensayos la estructura del libro emerge a partir de la investigación; en las novelas, puedes inventar a priori un esqueleto narrativo que funciona, e investigar para añadir profundidad.

Es cierto que cuando escribes ficción, existen reglas más “estrictas” sobre qué hace funcionar una historia. Nuestro cerebro es muy receptivo a la narrativa de forma prácticamente instintiva—y, por tanto, es mucho más criticón. Claro que puedes experimentar al construir una historia pero… nadie te garantiza que el resultado sea del gusto de l*s lector*s y logre tocar la fibra adecuada (como bien saben l*s cineastas experimentales… y cualquiera que haya visto ciertas pelis-tostón indigestas en las que no pasaba absolutamente nada).

No puedes escribir lo que quieras y como quieras si deseas que tu historia “funcione”.

Para la redacción de la novela en la que estoy trabajando, me he beneficiado tremendamente de dos cosas:

1) Separar las tareas de creación/exploración, y edición.

Al embarcarnos en un proyecto, podemos llevar dos sombreros puestos/span>: el sombrero a lo Indiana Jones de explorador creativo, y el tricornio de capitán de barco responsable de que la nave no naufrague.

(Aclaro: la nave es tu libro.)

El sombrero Indiana Jones es el atrevido y expansivo, ve las múltiples posibilidades, los caminos abiertos. Es la creatividad juguetona que se lo pasa en grande explorando avenidas sin importar que tengan salida o no.

El sombrero tricornio es el editor, que si se nos va de las manos puede convertirse en auto-censurador. Es la voz de la crítica (que puede ser bondadosa y constructiva, o una fanática obsesionado con el auto-sabotaje). La que cuestiona, la que juzga.

Ambas modalidades son necesarias para que la nave llegue a puerto.

Hasta ahora, cuando me sentaba a escribir solía llevar los dos sombreros puestos a la vez (por tanto, editaba a medida que escribía) pero en esta ocasión, los separé.

Libreta de desarrollo&apuntes para la novela. Aún me sobra la mitad.

El pasado noviembre me comprometí a escribir en un mes 50.000 palabras (¿te suena NaNoWriMo? Pues eso). La idea era lograr terminar la novela en 30 días (… evidentemente, se me alargó).

Eso significa que no hay tiempo para sacar el tricornio.

Lo principal es sacar adelante un esqueleto narrativo que funcione, un primer borrador sobre el que trabajar. ¿No te sale una escena? Sáltala. ¿No te acuerdas de cuándo se encandelan los robles, o de cuándo florecen las anémonas? Aparta la descripción a un lado y cuenta la historia. ¿Te inventas un personaje a medio camino que no tenías previsto? Sigue adelante. Imagina que estás en un pasillo de aeropuerto plagado de puertas unidireccionales, de esas que se ponen a pitar como locas si intentas dar marcha atrás y se niegan en redondo a dejarte retroceder.

Explora.

Luego ya sacarás la lima y las tijeras, ya repetirás, añadirás, retorcerás, pulirás, le darás vuelta, le sacarás brillo. Luego ya harás collage.

Cuando empecé, lo confieso, no estaba muy convencida… pero me ha funcionado bien.

2) Story-gridding

He escuchado y aplicado (muy a mi manera, lo admito) los consejos dados en el podcast Story Grid, y he disfrutado de la edición, incluso de la re-redacción de muchas escenas que había dejado colgadas.

La idea tras la metodología es la siguiente: existen una serie de reglas y convenciones que debes cumplir necesariamente si quieres que tu historia funcione, y que la estructura de la trama (y de las secuencias narrativas, y de las escenas…) debe satisfacer. Analizando la estructura de tu escrito puedes localizar y diagnosticar con mayor facilidad los puntos en los que algo falla.

Llevo escuchando el podcast un año, divirtiéndome muchísimo y aplicando las lecciones aprendidas durante la edición/redacción del manuscrito-borrador.

Si entiendes inglés y quieres tener una idea de cómo funciona este sistema de edición, puedes visitar su web o escuchar el podcast.

Se cae en el error de pensar que el término slow significa únicamente lento.

Ya, lo sé: literalmente sí quiere decir eso. Pero aquí empleo la palabra en el sentido que le da Carlo Petrini al hablar de Slow Food. No te dice que te tires media hora para comerte una torrija todas y cada una de las veces que te pongan una en el plato.

La idea es reivindicar una diversidad rítmica, adaptada a cada situación, a cada persona, a cada contexto. Todo lo que hago es slow writing, porque cada proyecto tiene su ritmo.

Creo no equivocarme al afirmar que es materialmente imposible componer una Invención en 5 meses partiendo de cero, y escribir un ensayo (Aina-style) de 100.000 palabras en un mes sería un completo desastre. En cambio, sí puedo hacerlo con un relato de ficción.

Por eso, si te planteas escribir algo (o estás escribiendo algo) en estos momentos… si la columna vertebral de tu proyecto tiene que emerger de material de investigación, mi consejo sería: tómate el tiempo necesario para investigar… y deja de hacerlo cuando la investigación se convierta en una excusa para no escribir.

Si las vértebras de tu historia pueden ensamblarse autónomamente: escribe. Cuanto más, mejor. (Ojo, que eso no implica publicar lo que escribas, ¿eh? Que pueden salir bodrios. Luego toca ponerse el tricornio editorial y evaluar.) Experimenta: escribe lento, escribe deprisa. Nadie te ve, y nadie te verá si no quieres.

Eres libre: explora esa libertad.

El ensayo interminable (bueno, no; pero en algún momento lo llegó a parecer…) es éste de aquí; el ensayo autopublicado en inglés está aquí.

La novela aún no está lista, pero si quieres que te mantenga informad* de las novedades a medida que vaya avanzando en el proceso, basta que me dejes un comentario aquí abajo con tu correo electrónico (o me mandes un e-mail; o un comentario vía Facebook; o una paloma mensajera, ¡lo que prefieras!)

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4 comentarios en “Slow writing: escribir libros a buen ritmo

  1. Qué alegría Aina! Qué ganitas de leer una obra de ficción tuya <3
    Claro que quiero que me mantengas informada, pero mi paloma mensajera está de vacaciones 😜, así que por e-mail estaría bien.
    Un abrazo!

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  2. Me ha sorprendido gratamente esta entrada. Siempre me ha interesado echar un ojo a los procesos creativos de los demás, no porque los pueda imitar (ya me gustaría), sino por puro voyeurismo intelectual. No has cambiado de caligrafía desde el colegio. ¡Qué letra más bonita tienes, maldita sea!

    No conocía el concepto de slow writing, aunque sí estaba familiarizado con el de slow food. Cada día me descubres cosas nuevas.

    Esto me recuerda que, para bien o para mal, yo soy slow en todas las cosas.

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    1. Jajaja es que cuando tienes que llevarte la biblioteca a cuestas en la maleta, vale la pena condensar la máxima cantidad de información posible en el mínimo espacio disponible… y escribir claro ayuda a descifrarlo luego xD
      Slow, siempre para bien. Aunque… te espero en el próximo NaNoWriMo eh… o le prendo fuego a tu tricornio de editor, leshe. Ya sabes que hay obras ahí dentro que merecen salir.

      Le gusta a 1 persona

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