Habas, incienso y otras hierbas misteriosas

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Al son de: Sleepthief, Eurydice.

Las «habas» de Pitágoras

Fue culpa de las habas.

Si no llega a ser por su extraña obsesión con ellas, es probable que Pitágoras hubiese quedado relegado al cajón de la memoria donde guardo a los demás ‘Filósofos griegos con inclinaciones matemáticas’.

Pero resulta que, según cuentan las fuentes antiguas, las habas sí le dieron que hablar… y desde entonces, todos se han roto los cuernos intentando explicarlo. Ello significa que Pitágoras aparece de la nada en los lugares más inesperados, como en un libro sobre el loto sagrado (Nelumbo nucifera) donde se sugiere que las “habas” de Pitágoras no eran Vicia faba, como se había supuesto durante siglos, sino semillas de loto.

(Todo esto suena más plausible si te digo que la palabra griega para referirse al loto era, efectivamente, “haba egipcia”, kyamos Aigyptios, por mucho que no entienda yo qué parecido le veían. Claro que los griegos al parecer empleaban la palabra kyamos de forma bastante… indiscriminada. También llamaban al beleño “haba de cerdo”, hyoscyamus, y el beleño no tiene NADA de remotamente habístico.)

Semillas de loto sagrado y de beleño, 'kyamos' en griego
Habas de toda la vida, claro que sí. Igualitas.

Pitágoras, olíbano (franquincienso) y adivinación

Sin embargo, no esperaba encontrarme a mi legendario filósofo-matemático durante mis investigaciones sobre el olíbano (franquincienso, Boswellia sacra). Al parecer, uno de sus biógrafos, el romano Pórfiro, lo consideraba el introductor del arte de la libanomancia en Grecia.

*Adivinación mediante los humos del incienso, palabra derivada de líbanos + manteia, (franqu)incienso + adivinación. La práctica se habría introducido desde Mesopotamia.

Teniendo en cuenta que nueve siglos separan a Pitágoras de su biógrafo, personalmente yo cogería las afirmaciones de Pórfiro con pinzas. No obstante, y dejando a un lado su veracidad (o falta de la misma), lo cierto es que el saber popular consideraba a nuestro filósofo faba-fóbico como el importador de las prácticas libanománticas —o, como mínimo, se lo relacionaba con la práctica de quemar plantas a los dioses (que era, recordemos, para lo que se empleaba fundamentalmente el olíbano en el mundo clásico).

Esta conexión sigue viva: aquí tenemos a un investigador afirmando que

“Habiendo prohibido los sacrificios sangrientos, Pitágoras creó lo que podría definirse como empiromancia vegetal —o, como mínimo, le dio un nuevo impulso.”

*La empiromancia era un mecanismo de adivinación basado en la interpretación del aspecto y ‘comportamiento’ de los sacrificios ofrecidos al fuego. Estos solían ser animales, peeero si eras Pitágoras y habías prohibido explícitamente los sacrificios animales… pues, ¡plantas al rescate!

Suena poético, ¿no? Humos perfumados ascendiendo hacia las alturas, hacia el Empíreo  llevando a cuestas los deseos y aspiraciones de los mortales hasta depositarlas en el regazo de los dioses. Hombres sabios de mirada penetrante escrutando los velos de humo para desentrañar el futuro. Menos sangriento y complicado que destripar conejos y leerles las entrañas (aruspicina), más etéreo que discernir futuros mirando gotas de aceite flotar en una superficie de agua (lecanomancia).

(… por cierto: este último ¿no suena muy parecido a ciertos métodos para diagnosticar el mal de ojo, de los que hablé hace tiempo aquí?)

Laurus nobilis (laurel, bay laurel)

Parece que, en su mayor parte, las plantas quemadas en sacrificio ya se consideraban sagradas previamente, como el laurel (Laurus nobilis) o el olivo (Olea europaea). Y, si bien podría argumentarse que los dioses asociados a cada una de estas plantas estaría feliz de recibirlas en lugar de sacrificios animales, también podría argüirse todo lo contrario: si la planta era sagrada, ¿no sería un sacrilegio quemarla?

Como ningún dios se apareció para aclarar el asunto de una vez por todas, pudieron coexistir ambas opiniones: sabemos, de hecho, que el crepitar del laurel lanzado al fuego era considerado un buen augurio —y sin embargo nuestro enciclopédico Plinio el Viejo recordaba haber leído que no debía quemarse bajo ninguna circunstancia una planta consagrada. Pero quizás por una hojilla (o dos, o tres) no pasase nada…

Otro filósofo (y contemporáneo de Porfiro), el Neoplatónico sirio Iamblico, no dijo ni mú en su obra De vita phytagorica sobre la libanomancia, pero menciona el franquincienso como ofrenda aceptable a los dioses, al igual que pasteles, brescas, mijo y mirra. (Una vez más, repite conmigo: Pitágoras llevaba muerto y enterrado más de ocho siglos cuando Iámblico nació. El efecto teléfono roto es un riesgo muy, muy real en estos casos.)

Con todo, lo cierto es que la actitud de Pitágoras respecto a la quema de ofrendas vegetales a los dioses —a diferencia de sus manías fabafóbicas— no parece haber preocupado a nadie (salvo a una servidora) en tiempos recientes.

En cambio, el posible papel de los humos vegetales en Delfos como inspiración divina para la Pitia, eso ha despertado el interés de muchos investigadores que se dedican a los estados alterados de consciencia y su posible rol en la (pre)historia.

Vapores délficos para adivinar el futuro

Delfos era el oráculo por excelencia entre todos los que poblaban la Grecia y la Roma antiguas. La leyenda incluso situaba allí el centro del mundo, marcado por el omphalos, una antigua piedra cónica que indicaría el lugar donde las águilas de Zeus, volando desde extremos opuestos del mundo, se habían encontrado. Desde su ascenso durante el s. VIII aC, Delfos se las apañó para sobrevivir a incendios (548 aC) y terremotos (373 aC) durante más de un milenio de actividad oracular ininterrumpida, siendo aclamado como el oráculo más veraz y certero prácticamente por todos los escritores antiguos.

El dios que revelaba su voluntad en Delfos era el dios de la profecía, Apolo, y su boca, la Pitia, una profetisa inspirada o entusiasmada por la divinidad.

Algunas fuentes antiguas hacen referencia a un pneuma enthusiastikon (a menudo traducido como “vapores que causan entusiasmo”) que ascendían por una grieta o fisura junto a (o debajo de) la cámara del templo donde la Pitia revelaba sus profecías… y se preguntaban:

¿podrían tales vapores explicar la inspiración profética del Oráculo?

Una pregunta tan intrigante no podía quedar sin paladines que le busquen respuesta, así que no te sorprenderá saber que varios investigadores se han puesto con el tema del pneuma misterioso (además de intentar establecer en primer lugar si estos “vapores” deben ser clasificados como un hecho, o como una especulación antigua).

Papaver somniferum (adormidera, amapola de opio)

Si bien las teorías más debatidas buscan un origen geológico para nuestro controvertido pneuma  entusiasmante (p. ej. etileno, benceno), los enteógenos (plantas ‘alucinógenas’) también han sido sugeridos como potenciales culpables de la inspiración pítica. Según las teorías, el omphalos habría servido como una especie de brasero bajo el cual se habrían quemado plantas capaces de alterar la consciencia de la Pitia.

Algunos de los vegetales candidatos que se han propuesto son clásicos, como la marihuana (que se inhalaba, en efecto, en culturas vecinas a la griega como los escitas hacia el 446 aC —Heródoto dixit), o el opio (Papaver somniferum).

Sin embargo, también se ha sugerido la participación de otro grupo de plantas: nuestras viejas conocidas, las «plantas de las brujas» —en especial el estramonio (si bien recordemos que biológicamente es difícil que así fuese) y… el beleño. Uno de los apelativos comunes de esta planta parece haber sido “la planta de Apolo” (erba apollinaris), y recordemos que antaño fue muy empleada en Eurasia (Europa, pero también Turquía, Irán, Magreb) como un remedio para inducir el sueño y anestesiar el dolor. También puede causar alucinaciones, y tradicionalmente se ha considerado una de las plantas de las brujas junto con la mandrágora, las Datura y la belladona.

Hyoscyamys albus (beleño blanco)
Beleño blanco (Hyoscyamus albus)

Una objeción a la que se enfrentan estas teorías es que la mayoría de descripciones antiguas sobre las consultas al Oráculo de Delfos dibujan a una Pitia sobria y serena, un cuadro opuesto a la “profetisa colocada” a base de humos alucinógenos. Además, no hay pruebas concluyentes de que el pneuma enthusiastikon fuese un vapor físico, y no un “flujo inmaterial” de espíritu divino. La única planta que se menciona explícitamente en conexión con la Pitia mientras ésta se preparaba para recibir al dios era el laurel sagrado de Apolo, que era quemado y masticado para inspirarse.

(Y no, lo siento: el laurel no tiene propiedades alucinógenas.)

Hoy por hoy, el uso ritual de plantas distintas al laurel en el Oráculo de Delfos durante algún momento de sus muchos siglos de actividad es un misterio—y no es el único. Tampoco estamos totalmente seguros, por ejemplo, del uso de sustancias enteogénicas en otro culto que surgió aproximadamente durante el mismo periodo (s VIII aC) y del que mucho se ha discutido: los misterios Eleusinos.

Los indicios son sugerentes… pero no suficientes.

Quienes sabían lo que pasaba entre bambalinas nunca dijeron nada, y la arqueología de las plantas sagradas es compleja, y a menudo demasiado ambigua.

La falta de pruebas, claro está, no demuestra falta de uso… y tal vez ahí esté el atractivo, la poesía de asomarnos a ritos y secretos tan antiguos y confusos, que debemos renunciar a cualquier certeza: nos obligan a abrir nuestras mentes a la posibilidad.

Solo entonces podremos explorar las orillas inciertas de nuestro conocimiento, donde crecen kyamos misteriosos, y podrían quemarse lágrimas de incienso esquivo para adivinar el futuro… o no.

{Este artículo es una versión fidedigna del original publicado en inglés, que puede leerse aquí.}

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Referencias & Recursos

+ El libro sobre el loto sagrado que menciono es The Lotus Quest: In Search of the Sacred Flower, de Mark Griffiths (2010, Vintage Books). Y aunque no esté directamente relacionado con las habas, sí he hablado de mi lotofília aquí :)

Por otro lado, la relación entre la alheña, Pitágoras y las habas ha sido objeto de otro artículo por aquí; un tema realmente fascinante…

+ Todo lo que sé de la libanomancia te lo cuento aquí.

+ La Vita Pithagorae de Porfirio puede leerse (en inglés) aquí.

+ El texto de Iámblico, en cambio, puede consultarse en inglés aquí.

+ Todas las referencias y citas sobre la epiromancia vegetal y la quema de plantas en honor a los dioses vienen de la Histoire de la Divination dans l’antiquité vol 1, de Bouché-Leclercq (1879, E. Leroux Éditeur, Paris).

+ La historia de Delfos y la Pitia son temas realmente apasionantes, que no domino en absoluto, quede claro. El texto más exhaustivo y completo que he leído al respecto, que incluye y analiza fuentes antiguas y modernas interpretando las sesiones mánticas de la Pitia, es la tesis de máster de Rosemary Lewis, The Role of the Pythia at Delphi: Ancient and Modern Perspectives (2014, University of South Africa). También incluye descripciones muy claras de prácticas de divinación en la antigua Grecia.

+ Sobre los posibles vapores enteogénicos vegetófilos, véase Littleton, C. S. 1986. The Pneuma Enthusiastikon: On the Possibility of Hallucinogenic «Vapors» at Delphi and Dodona. Ethos 14 (1): 76-91.

+ De las plantas y los misterios eleusinos hablaremos otro día…

Ilustraciones

La imagen de cabecera es una composición sobre una fotografía del oráculo de Delfos, sacada por el usuario de Flickr Xerones. La fotografía del humo de incienso que la acompaña es mía :)

La pintura de la Pitia es de John Collier, realizada en 1891; está sacada de Wikipedia Commons.

El resto de imágenes son de una servidora.

Un comentario en “Plantas & enigmas en la religiosidad de la antigua Grecia

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