Notas de varitología comparada, Parte Cuarta: Hojas

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Al son de: Conjure One, Places that don’t exist

{Por si acabas de llegar, este artículo es la última parte de una serie sobre varitas mágicas/con poderes, y las plantas que las componenParte Primera: Raíces , sobre varitas mágicas en el mito; Interludio: Yemas, sobre varitas en la leyenda y la literatura; la Parte Segunda: Brotes, sobre varitas en la historia; y la Parte Tercera: Ramas, que inicia las varitas en el ritual y las religiones.}

Kit japonés de adivinación Hazlo-Tú-Mismo

Incluye: cajita con agujerito en un lado, cien palitos de bambú marcados, y libro de interpretación.

Instrucciones de uso:

1. Introduzca los palitos en la caja y ciérrela.

2. Agite la caja hasta producir la salida de un palito por el agujero lateral.

3. Compruebe el número marcado en el palito, y consulte la sección correspondiente en el libro.

A cada palito le corresponden dos páginas; en una de ellas leemos los siguientes versos chinos:

Sasaella masamuneana, bambú endémico de Japón. ¿Palitos de bambú?
Sasaella masamuneana, un bambú endémico de Japón. Ni idea de si lo usaban para hacer palitos de adivinación, pero bueno…

La pagoda, construida sobre las siete cosas preciosas,
Descansa en lo alto de la cima elevada;
Todos la contemplan con admiración,
Que no haya miradas negligentes.

Ea. ¿Te ha quedado claro tu futuro? ¿No?

Bueno, no te preocupes, que el autor del libro ya se ocupa de desentrañar los misterios del poema a continuación, y traducirlos a idioma de horóscopo (en resumen: que si eres buena gente, tendrás suerte)

Imagino que, con esta pista introductoria, ya has adivinado (je, je, je) de qué va a ir el siguiente apartado de esta entrega varitológica (la primera parte está aquí), donde seguiremos ocupándonos de varitas, ritual y religión…

2. Veo tu futuro en-varado: adivinación con palos

Adivinar el futuro: he aquí una preocupación bastante común en muchas (¿quizás en todas?) culturas humanas en sus esfuerzos por aclarar las incertidumbres del porvenir.

Las modalidades adivinatorias (o mánticas) son de lo más variado —ya te he hablado de algunas como la libanomancia, la empiromancia, o la lecanomancia y, como es natural, los palos y palitos no iban a quedarse fuera de la fiesta: los encontramos como instrumentos para escrutar el futuro en culturas muy distintas, desde el Extremo Oriente hasta el África subsahariana. Sin embargo, su papel no es siempre el mismo (y no se corresponde con el uso más reciente, de origen europeo, que damos a las varillas de zahorí).

Tomemos el ejemplo del libro de adivinación japonés; el mecanismo que propone se conoce como cleromancia: “echar a suertes” la fortuna. En este caso concreto, la elección casual de un palito entre cien determinará tu futuro .

Sin embargo, las varillas no tienen ningún poder en sí mismas, y el resultado es ridículamente fácil de interpretar, hasta el punto de que no requiere la intervención de especialistas para leer tu futuro —puedes leerlo tú solito en el libro.

Este tipo de adivinación, sofisticada y banal al mismo tiempo, no es originaria de Japón sino que se encuentra antes en China, donde la adivinación es un “arte” profundamente arraigado, y muy diversificado.

La propuesta japonesa que te he contado antes se corresponde con la práctica china de los “palitos espirituales” (lingqian), que hace corresponder una serie de versos poéticos con otros tantos palos de bambú, debidamente marcados. Este tipo de cleromancia llegó a practicarse incluso en templos budistas y taoístas, y algunos de los manuales de lingqian más famosos tuvieron una gran influencia en regiones colindantes como Corea, Tibet, Japón o Vietnam.

Hala. Un trozo de hueso con inscripciones relacionadas con prácticas de adivinación, datado entre 1300 y 1100 aC (China Shang).

Sin embargo, estos tipos de adivinación son muy posteriores a las primeras prácticas mánticas que surgen en China.

La forma más antigua aparece a finales del cuarto milenio aC, y era una forma de piroescapulomancia: interpretación de las grietas obtenidas aplicando calor a los huesos de varios animales. Con el paso del tiempo la técnica evolucionará, incorporará el uso de caparazones de tortuga, y servirá para dar respuestas binarias, Sí/No, a las preguntas realizadas al oráculo.

Lo cual es práctico para ciertas cosas, pero se queda estrecho si necesitas una visión de futuro más detallada… así que, en algún momento durante el reinado de los Zhou occidentales (~ 1122 aC, 771 aC), aparecerá una nueva forma de adivinación ¡varito-vegetófila!

Los materiales empleados serán palitos, pero no de madera: están preparados a partir de tallos de milenrama. Y para obtener “respuestas” siguiendo esta técnica, ya no nos vale un manual de “Auto-adivine Su Futuro Ud. Mismo”…

Achillea millefolium
Según mis fuentes, la milenrama correspondería a Achillea millefolium (pero no excluyo que también empleasen otras especies…).

Se trata, sí, de una forma sofisticada de cleromancia, pero en lugar de echar dados o habas (como en la antigüedad clásica), o sacar palitos de una caja, se diagnosticaba el futuro a partir de secuencias de números, que el adivino generaba a partir del recuento de grupos de tallos de milenrama, siguiendo métodos complejos.

Los números tienen una importancia increíblemente grande en el pensamiento adivinatorio chino*: el futuro está en los números, y si a los números puedes llegar mediante palitos… bien por los palitos, que se convertirán en instrumentos mánticos con clase. De hecho, tenemos algunas representaciones de adivinaciones de este tipo realizadas para el conquistador Chinggis Khan en el s. XIII.

*El texto chino más importante para las prácticas mánticas y el pensamiento sobrenatural —entre otras cosas— es el conocido como I Ching o Yi jing, o libro de las mutaciones. Está basado sobre combinaciones de números, hexagramas (o trigramas, según a quién le preguntes) y así… Por ello no es raro que la técnica de los tallos de milenrama conociese gran éxito tras asociarse al I Ching, dada su capacidad de generar secuencias numéricas.

Las interpretaciones son mucho más complejas y variadas que en el caso de los huesos agrietados y, por tanto, es lógico que aquí sí aparezcan especialistas del tema.

Sin embargo, tampoco parece en este caso que la pobre milenrama sea importante en sí misma como instrumento del destino. Práctica, sí; pero ¿existe algún motivo por el que tenga que ser ella, y no otra, la elegida para estas actividades?

Que yo haya encontrado, no.

Otro caso, parecido pero distinto, lo encontramos entre las adivinaciones con palito vietnamitas, que ¡sí tienen enjundia mágica!

Mapa de Vietnam (s. XIX)
Pa’ que te ubiques, al oeste linda con Laos y Camboya, y al norte con China. Así se representaban en el s. XIX, en un mapa anónimo donde el protagonismo se lo llevan los ríos y las montañas…

El actual Vietnam está formado por tierras que han sufrido destinos dispares a lo largo de la historia, estando la zona norte bajo dominio chino durante varios siglos. Sin embargo, las creencias ligadas a la adivinación son un poco diferentes a las que he descrito hasta ahora…

Para empezar, se considera que los palitos sí tienen poder, son especiales. Algunos de ellos pueden considerarse particularmente poderosos por ser la morada de algún espíritu, o bien por haberse obtenido p ej en el funeral de un maestro ritual, un mandarín (u equivalente), o personas que murieron sin hijos.

(… A mí, que me registren, que tampoco entiendo por qué la ausencia de hijos te da poderes especiales. ¿Será que tienes más energías porque los churumbeles no te las han robado? Hmm.)

Así que, si asistes a un funeral vietnamita y ves a alguien cortando furtivamente un trozo del palo empleado para transportar el féretro, no te sorprendas: será un adivino en busca de palitos poderosos. De hecho, alguien que se dedique a esto puede pasar muchos años buscando los bastoncillos adecuados para añadir a su juego.

Pintura de Marianne North ilustrando ejemplares de Areca catechu
Palmas de Areca catechu ilustradas por Marianne North. Si has leído La Invención del Reino Vegetal, quizás la recuerdes ilustrada en la página 256 del libro…

Y no digo varitas, porque aquí también hablamos de palitos, de unos 22 cm de largo y más bien finos —¡y menos mal, porque tienen que caberte treinta en una mano para llevar a cabo una sesión! Éstas se realizan con distinto número de palitos según la edad de quien la encargue (menos de 27 para jóvenes, más de 30 para mayores), y consisten en una secuencia de gestos para despertar a los espíritus y, a continuación, distribuir los palitos entre los dedos de una mano para finalmente contarlos… o algo así. Es un poco lioso, la verdad, y se entiende que no puedas hacerlo tú solito tan pancho en casa. Al igual que en el caso chino, tiene que ver con números, pero no parece algo tan formal y esotérico como la adivinación con tallos de milenrama.

La forma de los palitos puede contribuir a su poder (un extremo en forma de cabeza de serpiente puede alejar espíritus malignos, por ejemplo), o ser de ayuda al adivino en su cometido.

No tienen por qué estar hechos de una madera concreta, pero se aprecian los materiales raros; en el caso que yo leí, se mencionaban varias especies de bambúes, “areca silvestres” (Areca sp., ¿quizás A. catechu?), y un árbol denominado teng xan.

En cambio, otras veces está bastante claro que las varitas adquieren su poder a partir del árbol cuya madera ha sido empleada para elaborarlas —árbol, por tanto, considerado especial. Este es el curioso caso de los Uduk, un pueblo originario del Sudán que, al menos en los años 60, practicaba un culto mántico con varitas de por medio…

Una vez más, el principal motivo de las ceremonias era averiguar el origen de una enfermedad, y lograr sanarla; sin embargo, el modo de proceder no era invocar o exorcizar espíritus, ni siquiera manejarlos con palito.

En cada sesión se reunían entre dos y cuatro (o más) adivinos para consultar juntos el problema, de la siguiente forma: cada uno se dotaba de una rama de cir (Dalbergia melanoxylon, o D. maritima, no estoy segura) y la pelaba, quitándole hojas y corteza hasta obtener una varita blanquecina de entre 0.5 y 1 m de largo. Una vez en casa del enfermo, preparaban una calabaza* grande llena de agua, y procedían a quemar las varitas: tras encender la punta en el fuego del hogar, las sostenían encima del agua, observando primero el chisporroteo de las llamas y el humo escupido por la varita mientras se convertía en ceniza, y luego los patrones oscuros aparecidos en el agua de la calabaza (supongo que por las cenizas). Todo ello en silencio, interrumpido de vez en cuando por exclamaciones de tipo “hmmm”, o “ha”.

*Imagino que Lagenaria siceraria, mi querida calabaza de peregrino, que puede alcanzar tamaños considerables.

Al cabo de unos minutos, uno de los adivinos más experimentados daría por finalizada la sesión apagando su varita con un suspiro. ¿Y luego? ¿Discusiones, exorcismos?

Dalbergia melanoxylon en un jardín botánico
Arbolillo de D. melanoxylon. Creo que a este no le han cortado ramitas para adivinar nada…

No: una desbandada general de adivinos que salen en silencio de la casa y se dirigen al bush, a buscar lo que sea que el enfermo ha extraviado (cuya pérdida está en la raíz de la enfermedad) —y que le devolverán al encontrarlo.

Estas varitas de vida corta heredan la capacidad que los Uduk (y otros pueblos vecinos en los aledaños del Nilo Azul, incluyendo partes de Sudán y Etiopía) atribuyen al árbol del que provienen, el cir (una especie de Dalbergia): se cree que éste “puede oír lo que sucede en el mundo humano, respondiendo a las tensiones que detecta en él y siendo capaz de revelar su naturaleza… si eres persona cualificada para interpretar los signos, claro.

Como ves, en ocasiones las varitas/palitos y el árbol del que provienen comparten atributos; sin embargo, a veces no se sabe muy bien si es la varita la que hereda sus poderes del árbol, o si es el uso que damos al palito lo que termina sacralizando al árbol del que provenía.

Lo sé, un poco lioso, y para explicártelo mejor deja que nos traslademos a la antigua Persia para darte un ejemplo (que quizás te suene, porque ya he hablado de él antes) que nos servirá para adentrarnos en el último apartado varitológico, donde nos ocuparemos de varitas en rituales que aspiran a influir sobre la dimensión sobrenatural de la realidad.

3. De varitas y (va)ritos: rituales con palito

Veintitrés —ni uno más, ni uno menos.

Ese es el número exacto de palitos que habrías necesitado para celebrar el ritual zoroástrico llamado Yasna. Como puedes imaginar, son palitos especiales, llamados barsom, y forman parte del instrumental litúrgico de la religión que conocemos como zoroastrismo. Si bien hoy en día estos palitos están hechos de alambre de plata o latón, antiguamente eran vegetales, sacados de la misteriosa planta conocida como haoma, o… de granado (mi querida Punica granatum).

“Los barsom se consideran tan sagrados, que el mismo árbol del que se tomaban era objeto de alabanzas.”

Ramita de granadoExistía un rito que marcaba escrupulosamente los pasos a seguir para conseguir tu barsom a partir de un granado; en este proceso, el barsom se convierte en el representante del mundo vegetal entero, y recitar oraciones mientras lo sostienes se considera una forma de alabanza y agradecimiento a Ahura Mazdā por su generosidad al crear el reino vegetal.

¿Podemos considerarlos palitos mágicos? Bueno, tal vez no. Pero sí ritualmente importantes, y mucho.

Como ya habrás notado, la información de que disponemos no siempre nos permiten aclarar qué poder se atribuye a un instrumento ritual… y menos aún cuando casi no hay fuentes que hablen de una religión o culto en particular. Es el curioso caso, por ejemplo, de un episodio de efervescencia religiosa que sucedió en China, con palos de por medio.

Aquí ya no hablamos de palitos-coral como los barsom, que siempre van en grupo, sino de palos-solista (y que, por tanto, quizás fuesen más parecidos a cayados o cetros que a palitos pequeños). Sin embargo, las noticias que nos han llegado son taaan pocas, y tan escuchirrimizadas, que a duras penas nos enteramos de que había palos implicados.

Ad inmortalidad per varita (y, quizás, per melocotón también)

Las creencias y prácticas religiosas no han sido nunca monolíticas —y en la China del siglo I aC, aún menos. Por suerte o por desgracia, la única forma de que disponemos para enterarnos de muchas cosas son los documentos escritos, y muchas formas de religiosidad popular nunca se consideraron dignas de incluirse en documentos que hayan pasado a la posteridad… salvo si es algo demasiado impresionante como para ignorarlo.

Xiwangmu (Seiōbo) en una obra japonesa del s. XIX
Ahí la tienes en su versión japonesa (Seiōbo): Xiwangmu con un brote de melocotonero + melocotón de la imortalidad.

Al parecer, un episodio de este tipo sucedió en el año 3 aC, en el ápice de una dura sequía: un culto que prometía la salvación y la inmortalidad a sus adeptos barrió las clases populares en el norte de China. La divinidad que garantizaba la promesa quizás te suene, pues aparece a menudo asociada a un árbol concreto: se trata de Si-Wang-Mu (Xiwangmu), la Reina Madre del Oeste, que con el paso de los siglos se convirtió en una deidad benéfica que vive en alguna parte de Occidente, y custodia un jardín lleno de melocotoneros cuya fruta otorga la inmortalidad a quien los come.

Pues bien, entre los meses de febrero y mayo de aquel año, una devoción febril se transmitió como un reguero de pólvora entre “la gente común”, quien se excitaba y asustaba entre sí,

“(…) gritando y corriendo, transmitiendo edictos y var(it)as, y haciendo sacrificios a la Reina Madre del Oeste.”

Los edictos se referían a la salvación de los adeptos, pero… ¿qué pintaban las varitas en todo esto? ¿Cómo eran? ¿De qué estaban hechas?

Una posibilidad que apunta nuestra fuente es que fuesen tallos de cáñamo; otra, bastante lógica por cierto, es que fuesen ramas de los árboles asociados con la divinidad en cuestión: el melocotonero, Prunus persica.

Sin embargo, este culto se extinguió al llegar el otoño de aquel año —o, como mínimo, perdió la virulencia que había atraído la atención del cronista cuyas páginas inmortalizaron el episodio en unas pocas líneas. No sabemos cómo nació, en qué consistían exactamente los ritos organizados a su alrededor, qué función tenían exactamente las varitas que pasaban de mano en mano entre los adeptos… misterio.

Es probable, eso sí, que guardase cierta conexión con la idea del cayado/vara como símbolo de poder y autoridad (tipo cetro, o tipo palo-para-darle-bien-a-quien-desobedece-las-reglas-de-mi-reino), algo que puede suceder en cultos surgidos en contextos jerarquizados.

De varas danzantes & humeantes

Un caso totalmente distinto, pero con su punto de misterio igual, lo encontramos en Norteamérica al examinar los ritos que rodeaban el uso del calumet, conocida como “pipa de la paz”.

Y me dirás, ¿… qué demonios tiene que ver una pipa con una varita?

A lo que respondo, ¡mucho! Porque las pipas originales no eran como las que te vienen hoy a la cabeza al pensar “pipa”. Para empezar, no estaban hechas de una sola pieza sino de dos: una cazoleta o recipiente donde colocar el tabaco (Nicotiana rustica en este caso), y… una larga varilla hueca que funcionaba como mango.  Eran pipas desmontables, y la varita podía funcionar como instrumento ritual independiente, aunque tenemos poquísima información al respecto.

Calumet norteamericano
Mango con boquilla, cazoleta, plumas. Ahí lo tienes en todo su esquemático esplendor.

Sí sabemos, en cambio, que estos mangos podían ser bastante elaborados (sobre todo en el caso del calumet ritual, que no todas las pipas lo eran), con diseños labrados en la superficie, pinturas, plumas, etc.

Las prácticas alrededor del consumo de tabaco en Norteamérica (lo que los ingleses llaman the smoking complex) no eran universales, ni siquiera en lo que al calumet se refiere: la pipa no podía garantizarte paz alguna en determinadas regiones, y los complejos rituales —incluyendo danzas, ofrendas, etc.— que incluían esta paz nicotínica transitoria no eran siempre los mismos.

Ahora, ¿era religión? ¿Era ritual? ¿Ninguna de las dos, ambas…?

Los occidentales que dejaron testimonios al respecto y/o que participaron en ceremonias calumetísticas, apuntan a algo más o menos «secular»; sin embargo, tenemos a misioneros que atribuían funciones claramente religiosas a la danza del calumet, como el jesuita francés Le Sueur, que predicó en el s. XVIII entre los Abnaki (tierras del actual Canadá oriental). Le Sueur hace una lista de ocho motivos por los que un buen cristiano no debería bailar el calumet, explicando que “este baile era un verdadero culto religioso entre los Renards (los Zorros), así como entre casi todas las otras naciones”. El misionero explica que la letra de la canción era una invocación a los espíritus, y que su objetivo general (más allá de conseguir buenos resultados en la batalla, atraer la lluvia y el buen tiempo según las necesidades de la tierra, o conciliar naciones extranjeras) era el de mantener alejado todo tipo de mal, y atraer todo tipo de bien.

Nativo de los Hidatsa sosteniendo una pipa.
Habitante de la tribu Hidatsa sosteniendo una enoorme pipa. Siendo vecinos de los Lakota, no excluyo que el mango pudiese estar hecho de Fraxinus pennsylvanica

En este contexto, claro está, la varita fumadora no funcionaba sola, sino como parte de un equipo ritual complejo, que quizás guardase alguna relación simbólica con las armas (sabemos, p ej, que los mangos-varita de algunas tribus se emplumaban igual que se hacía con las flechas).

¿Sabemos de qué estaban hechas?

Pues… las históricas, que yo haya logrado averiguar, no mucho. A diferencia de las cazoletas de pipa, estas varitas, mayormente de origen vegetal, son difíciles de encontrar en el registro arqueológico, pues se conservan fatal. Sin embargo, tenemos información sobre la etnobotánica de los implementos para fumar de muchos pueblos indígenas.

Algunos son compartidos por varios grupos vecinos, como es el caso del fresno de Pensilvania (Fraxinus pennsylvanica, empleado como material para mangos de pipa entre los Cheyene, Dakota, Lakota, Omaha, Pawnee, Ponca y Winnebago), o el cañizo (Phragmites australis, usado por los Apache, Cocopa, Havasupai, Kawaiisu, Maricopa, Papago y Yuma).

Phragmites australis (cañizo)
¡Cañizo pa’ pipas! (o para pasta de papel; o para instrumentos musicales… es un chico muy versátil)

Otras especies, en cambio, tienen relevancia cultural sólo para determinados grupos, como es el Oxydendrum arboreum para los cheroqui (ani’yunwi’ya, tsalagi), que no sólo lo han empleado para elaborar mangos de pipa, sino también unas varillas un poco especiales, empleadas durante la Danza del Águila. Los principales instrumentos que se emplean en esta danza son unas varitas de unos 40-50 cm de largo que a continuación se “empluman” (con plumas de águila calva, Haliaeetus leucocephalus). El oxidendro se consideraba sagrado en los ritos del Águila, siendo capaz de “evitar la contaminación [¿espiritual?] al manejar el ave y sus plumas”. Así que estas varitas, empleadas también como símbolo de victoria y valentía en otras danzas, ya tenían un puntillo especial.

Como has podido comprobar, cada varita (o set de varillas) es un pequeño mundo de creencias y empleos que pueden ser radicalmente distintos entre sí: en poco se parecen los barsom del clero zoroástrico a las varas de calumet emplumadas, pese a habértelas presentado en un mismo apartado “ritual”.

Todo ello da fe de la enorme versatilidad de algo tan simple como un palo, visto por la imaginación humana —y de las plantas que a menudo conforman esa varita, más o menos poderosa, más o menos mágica. Desde divinidades hasta personajes legendarios e imaginarios, zahoríes y pastores, sacerdotes y adivinos, chamanes y líderes espirituales, hadas y magos que viven en los libros… ¡con una varita todo funciona mejor! (O casi)

Parecía que no iba a terminar nunca, pero sí.

Por fin, con esta última entrega doy por terminadas estas “Breves” (je, je, je… deliciosa ironía) notas de varitología comparada. Puedes leer las anteriores: 1~Varitas en el mito; 2~Varitas en leyendas y literatura; 3~Varitas históricas; y 4~Varitas en rituales y religión (I).

Me dejo en el tintero algunos casos de los que podría hablar (cayados rituales en tiempos romanos, y similares), pero me parece que ya he dado bastante la vara con el tema, así que… juro solemnemente que el próximo artículo no tendrá nada que ver con varitas mágicas.

El próximo irá… de plantas ; ) Of course!

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Referencias & Recursos

– Sobre el “kit de adivinación DIY” japonés, Aston, W. G. 1908. 64. A Japanese Book of Divination. Man 8: 116-120.

– De adivinación en China, principios generales, fascinante historia moderna y menciones a los “palitos espirituales”, en el artículo de Richard J. Smith (Rice University), An Overview of Divination in China from the Song through the Qing: Some Issues and Approaches, libremente disponible en el perfil del autor en Academia.edu si mal no recuerdo…

– Información más detallada sobre la adivinación con tallos de milenrama (milfoil divination) y su adjunta, la piroescapulomancia & cía, en Raphals, L. 2013. Divination and Prediction in Early China and Ancient Greece. Cambridge University press; puedes consultar fragmentos aquí.

– Las técnicas mánticas vietnamitas están sacadas del fascinante artículo An Vi, V. 2008. A Thái Divination Kit in the Vietnam Museum of Ethnology. Asian Ethnology 67(2): 257-269.

Aunque he buscado en vocabularios botánicos vietnamitas (bueno, en los que logré consultar, que no se prodigan precisamente…), no he conseguido hallar la equivalencia exacta de los términos mencionados en el artículo para referirse a las plantas cuya madera emplean para los palitos. Si tú los conoces, cuéntamelo, que me he quedado con la intriga.

De los Uduk y su curioso mecanismo de adivinación-vía-quemar-palitos, y las creencias alrededor del (falso) ébano, James, W. ‘The ‘Listening Ebony’ Revisited’, en van Beek, W. E. A. y Peek, P. M. (eds), 2013. Reviewing Reality: Dynamics of African Divination. LIT Verlag Münster: 239-256, que puede consultarse a trocitos aquí.

Por cierto que quizás recuerdes que D. melanoxylon ha aparecido como posible fuente del “ébano” de ciertas varitas legendarias y míticas (además de ser una madera preciosa empleada para elaborar instrumentos musicales, algo de lo que hablé hace tiempo aquí!). Se la conoce también como granadillo o mpingo, y para ver lo negra que es (impresiona…) puedes mirar esta web con las características de su madera.

Si te estás preguntando por qué he escrito «varillas blanquecinas», y no «negras», eso es debido a que las ramitas que pelan los adivinos Uduk no están hechas a partir del duramen del tronco (la parte interior, oscura), sino que sobre todo son albura, «madera viva» (no literalmente, pues muchas de sus células están muertas, pero sí a nivel funcional).

– De barsom y granados en el zoroastrismo, además de la bibliografía ya mencionada en el artículo Una granada para unirlos a todos, vale la pena consultar el excelente artículo en Iranica Online sobre el tema.

– El extraño episodio chino de devoción a Xiwangmu con varas de por medio, en Dubs, H. H. 1942. An Ancient Chinese Mystery Cult. The Harvard Theological Review 35 (4): 221-240.

Sobre el calumet, el “complejo de fumar” (smoking complex) y su uso ritual en Norteamérica, varios artículos (aunque no todos profundizan demasiado en la parte vegetófila del asunto —o, al menos, no del mango de la pipa…). Los que ofrecían más información interesante de los consultados han sido:

– Springer, J. W. 1981. An Ethnohistoric Study of the Smoking Complex in Eastern North America. Ethnohistory 28 (3): 217-235.

– Brown, I. W. 1989. The Calumet Ceremony in the Southeast and Its Archaeological Manifestations. American Antiquity 54 (2): 311-331.

Las especies botánicas empleadas para elaborar mangos de pipa están consultadas en la base de datos etnobotánicos de pueblos indígenas americanos (BRIT, para l*s amig*s).

– Sobre la Danza del Águila de los cheroqui, con mención al oxidendro y su importancia ritual, French, L. y Hornbuckle, J. (Eds), 1981. The Cherokee Perspective, Written by Eastern Cherokees. Appalachian State University.

No son los únicos que poseen danzas con varas (p. ej. también los Ponca bailaban la Danza de la Pipa Sagrada, o Wá-wa, con palito de por medio: Howard, J. H. y Kurath, G. P. 1959. Ponca Dances, Ceremonies and Music. Ethnomusicology 3 (1): 1-14; o los Pawnee, que empleaban varas de sauce para la Ceremonia del Trueno: Linton, R. 1922. The Thunder Ceremony of the Pawnee. Leaflet, No. 5, THE THUNDER CEREMONY OF THE PAWNEE: 1-19).

Sin embargo, me ha parecido que ya teníamos bastante por ahora sobre el tema… ^^;;

Si me he olvidado de algo o necesitas la referencia de alguna información en concreto, escríbeme y te lo busco.

Ilustraciones

La ilustración de cabecera está compuesta a partir de un diagrama lleno de trigramas-hexagramas, sacado de una obra china que encontré buscando textos que mencionasen el Bagua o Pa Kua. Confieso no tener ni idea de qué significa exactamente, pero con tanto hexagrama de por medio… algo relacionado con la adivinación, fijo. La planta de fondo es milenrama.

La fotografía del hueso oracular chino proviene del MET Museum, libremente disponible aquí.

El mapa de Vietnam está sacado de la web de la Biblioteca Mundial Digital, aquí.

La preciosa pintura de Marianne North, Areca, or Betel-Nut Palm, Singapore, está sacada de la web de Kew, aquí.

La fotografía del mpingo (Dalbergia melanoxylon) está sacada de Wikipedia, aportada por el usuario Abu Shawka, y puede verse aquí.

La Reina Madre del Oeste proviene de una obra un poco más grande de Kano Osanobu, 西王母図. Datada en la primera mitad del s. XIX (finales del periodo Edo), sale de la web del MET Museum y puede verse en su totalidad aquí.

El diseño a línea de un calumet es imagen libremente disponible en Wikipedia.

El grabado (plancha 17) del nativo Hidatsa es del suizo Karl Bodmer, publicado en 1843 acompañando el segundo volumen del libro Travels in the Interior of North America; el título original es A Minatarre or Big bellied indian.

El resto de fotografías son de una servidora; si necesitas emplear alguna, no hay problema: basta que indiques autoría e incluyas un enlace a este blog, o a la web https://ainaserice.com ; )

4 comentarios en “Varitas mágicas, ritos y religión – 2 («Tienes madera de varita mágica…» III)

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